lunes, 30 de abril de 2012

La leyenda de la llorona Y su Analisis Pag. 64

LA LLORONA

Se dice que la llorona es una mujer que llora por sus tres hijos que perdio al ahogarse en un rio, esta se aparecia en las faldas del cerro y recorria todo el pueblo llorando y diciendo " Hay mis hijos".
La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles de las ciudades en busca de sus hijos, también llego a la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes. Este personaje de leyenda, cuya presencia atemoriza no solamente a los niños, sino también a las personas mayores, es conocido de Sonora a Yucatán. En nuestra tierra, la fábula cuenta que una mujer de sociedad, joven y bella, se caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto… que no tenia fortuna.
Pero él sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y ” escalar alturas “, trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas, para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.
Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos; estos eran educados por la servidumbre; mientras que la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose ” la llave de la despensa “, la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas; con lo que la fue pasando.
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirules. Los chamacos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa alas voladas, como si trajera gran pisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando.
Pero ella, tendenciosa y fría, veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos. Como autómata se retiro del lugar, tomo el carruaje, salió como “alma que lleva el diablo “, pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.
Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos.
Las mujeres cerraban los visillos, y al trasnochador que venia con copas, hasta la borrachera se le quitaba al ver aquel carro que conducía un espectro, donde iba la llorona, del carruaje salían grandes llamaradas y se escuchaba una largo y triste gemido de una mujer, un esqueleto vestido de negro, el que guiaba el carruaje, jalado por caballos briosos. Un día, cuatro amigos, haciéndose los valientes, quisieron seguir al carruaje que corría a gran velocidad por céntrica calle de Aguascalientes, tomaba por Carrillo Puerto (ahora la Merced) después por Guerrero para luego seguir por la calle de Nieto, que directamente daba al río pirules.
Ellos la seguían, temblando de miedo, pero dándose valor con las copitas. Al finalizar la arteria de Nieto, dio un ultimo grito de tristeza y dolor ¡ Aaaay mis hijos ¡ y desapareció con todo y carruaje. Por mucho tiempo la llamada Llorona, tuvo atemorizados a parroquianos de esta villa, los que se encerraban a piedra y lodo, y nunca salían a la medianoche a la calle.

ANÁLISIS DE LA LLORONA
La leyenda de «La Llorona», en su forma más simple, es la siguiente: «La 
Llorona» es la historia de una mujer de tiempos de la Nueva España que, al 
saberse engañada por el hombre al que ama, se venga de él matando a sus hijos. 
Cuando repara en lo que ha hecho pierde la razón y muere para después 
aparecer por las noches penando, dando alaridos por las calles de la ciudad 
lamentándose por sus hijos muertos. El clásico grito lastimero de la Llorona es: 
«¡ay, mis hijos!». 
La leyenda tiene sus referentes en  la tradición prehispánica mexicana, 
específicamente tolteca, que a su vez configura las tradiciones mexica y maya. 
Conforme a la cosmovisión prehispánica, las mujeres muertas en el parto son 
consideradas mujeres divinas, cihuateteo para los nahuas, xtabay para los 
mayas, ya que han derramado su sangre como los guerreros y los sacrificados al 
sol. Estas mujeres acompañan a Tonahtiuh, el sol, en su recorrido por el 
inframundo, sirviéndole y combatiendo junto con él a las fuerzas de la noche. 
Pero cada 52 años, en los últimos cinco días del año prehispánico, los llamados 
días nemontemi o días aciagos e inútiles, estas mujeres vuelven al mundo 
buscando a sus hijos. Por eso los hombres y mujeres les temen en esos días y 
protegen a sus hijos con máscaras hechas de pencas de maguey , como lo señala 
Demetrio Sodi (1985). 
pag: 64, la leyenda.

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